miércoles, 29 de diciembre de 2010

Felices festas!

Ilustración de Ana Juan
Coa tinta dos desexos tatúo letras de paz e luz para este novo ciclo que comeza.
Que non falte o lume nos nosos fogares
Que a chuvia sega a verdecer os campos
Que a terra novamente nos colme
Que os ventos nos sexan propicios
Que os sorrisos e a ledicia nos bendigan. 
Felices Festas!

lunes, 20 de diciembre de 2010

A lúa, a sombra e o bufón

I
Fuera, la luna platea
cúpulas, torres, tejados;
dentro, mi sombra pasea
por los muros encalados.
Con esta luna parece
que hasta la sombra envejece.
Ahorremos la serenata
de una cenestesia ingrata,
y una vejez intranquila,
y una luna de hojalata.
Cierra tu balcón, Lucila.

II

Se pinta panza y joroba
en la pared de mi alcoba.
Canta el bufón:
¡Qué bien van,
en un rostro de cartón,
unas barbas de azafrán!
Lucila, cierra el balcón. 

Antonio Machado

domingo, 19 de diciembre de 2010

A noite escura da alma

foto: José B. Ruíz
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.


S. Juan de la Cruz

sábado, 4 de diciembre de 2010

Non hai outro camiño máis co da morte

foto: Selina
Morto xa non necesitas morrer. Non tes nada, eres ninguén.
Nunca houbo inimigos.
Así convirtes os venenos en mel.
E o caos vivido conscientemente
abrirache as portas da liberdade.
Para que necesitarás entón a ecuanimidade de cristal?
Nen siquera un can sería quen
de comer semellante lixo.
Quen te enganou
coa crenza do ben e do mal?
Eres libre tan só do que amas e afrontas dignamente.
Por iso entra na violencia, na anguria, nos ciumes
e desaparece.
Se o teu verdadeiro poder quedou pechado
no duelo pracer-dor.
Recupera o teu honor perdido
vencendo a hidra de sete cabezas.
Morre e serás libre dos opostos
por e para sempre!

Los contadores de cuentos: Ocho puertas de un mismo jardín. Miyo

viernes, 3 de diciembre de 2010

Caminos del espejo

foto: Florianna Barbu

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.
III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.
VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.
X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.
XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.
XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.
XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.
XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

Alejandra Pizarnik 

jueves, 2 de diciembre de 2010

As formas do pensamento

Sentía como pequenos perdigóns golpeaban o seu corazón, esas boliñas solidifcación da dor polo abandono e o menosprezo que os reiterados exercicios  de transmutación en emanacións de Amor non conseguiran máis que reducir a súa intensidade. Se o milagro existía, ela non conseguira velo.
Neses momentos todo o seu ser desexaba ser liberado do eco da súa historia, desas formas de pensamento.
Constante, resolvía a cotío continuar a disciplina de cavar e enterrar e lavarse despois no río, para que auga as levara. Despois vestida de branco co puñal na man ancoraba o ceo na terra e, trazando o círculo de protección, inventaba cada día novos rituais que contuveran o fluxo de dor e resentimento, para rearfirmar a pouca inocencia que lle quedaba, para recuperar a liberdade alada da alma. Así:
Queimaba pétalos secos
Varría a retina con vasoiras de vento,
Metía no conxelador horas, días, nomes e lugares,
Exercitaba os seus beizos en mantras e decretos,
Atrapaba a luz dos menceres para alumear os rincóns máis escuros,
Chamaba polo seu anxo para que lle tocase o corazón con suves chamas de amor,
Poñía a alma ao clareo no sol da mañá,
Confeccionaba fermosos altares con follas froitas e flores
e neles quiemaba a cera da sagrada chama,
Invocaba a forza das súas ancestras tocando o tambor até a extenuación.
Entón caía, pechando os ollos, nunha durmevela na que se vía a sí mesma camiñando polas malladas das serras, polos outeiros das aígues, respirando ese ar transparente ou deitada na neve, nas estrelecidas noites de xeada, sentía como os ollos se lle tornaban brasa de estrela e as mans lle medraban tanto que podía acariñar o veludo azul do horizonte. Ata voar cara esa dimensión na que moraba ese seu ser puro e libre que era cando nasceu.