miércoles, 12 de octubre de 2011

Mentras non falte ningunha todo irá ben...

En la Casa Deshabitada, bajo el empuje tranquilizador de las estrellas, parece que de pronto se resuelve la pregunta de los astrónomos más osados; únicamente percibimos un pequeño matiz de la existencia porqe nuestro universo es tan sólo uno de los muchos universos que están fuera y dentro de nosotros. Y el punto ciego en que nos instalmaos en la Casa Deshabitada permite sentirlos todos simultáneamente.
En este universo soy lo que he creído ser.
En éste, lo que me han dicho que era.
En éste, lo que he llamado mi conciencia, o cuando me he puesto más grandilocuente, mi alma.
En éste veo mi cuerpo, mi instinto, mi sexo, mi sudor, mis excrementos.
Éste es un juego entre mis dolores y mis placeres.
Éste es el que he formado con las trampas de la memoria.
En este otro contemplo claramente el envejecimiento de las facciones de mi piel.
En este universo estoy ya muerto.
En este otro, sin embargo, soy inmortal y me río de mis temores infundados, cuando me creía mortal.
Este universo gigantesco, caótico, reúne todo lo que he atribuído al sueño y a su libertad incomprensible desde los otros universos.
En este universo está claro el sentido de todas las cosas.
Pero en este otro lado es absurdo.
Y éste es tan gélido que niega siquiera mi existencia.
Y este otro es tan cálido que aún debe asistir a su propio nacimiento.
En este universo yo no naceré jamás.
Este otro, en cambio es un espejo en que se reflejan todos los rostros que he tenido y todos los que podré tener.

Rafael Argullol. Visión desde el fondo del mar. Libro V: La Casa Deshabitada. Ed. Acantilado Bcn. 2010

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